Amado Dios, te damos las gracias, porque aún en nuestros peores momentos de soledad tu presencia nunca ha dejado de acompañarnos.
Padre de la gloria, en esta mañana vengo a ti por medio de esta oración milagrosa, para pedirte que me hagas consciente, en todo momento, de tu compañía, en especial en aquellos momentos de soledad y rechazo. Tú, mi Señor, has visto cómo he sido rechazado, cómo me he quedado y sentido solo, tú has visto mis lágrimas por causa de la soledad, por eso te pido que, en esos momentos difíciles, me apoyes con la calidez de tu amor, que tu presencia llene el vacío que tengo dentro de mí.
Padre eterno, quiero que cada momento a solas sea una oportunidad de fortalecer nuestra relación, y no que sean ocasiones para deprimirme. Mira aquellos momentos donde mis amistades se apartaron, donde mis hermanos me menospreciaron, donde incluso mis familiares me excluyeron, en medio de cada situación parecida tú me consuelas, porque eres mi Padre que me ama con amor eterno.
Dios mío, trae refrigerio a mi alma, habla conmigo, trae a mi mente pensamientos de bien y felicidad, refresca mis emociones, pon en mi camino a personas interesadas en conversar y compartir conmigo, quita de mi vida aquellas personas que me hunden en la soledad y pon en su lugar amistades sinceras y auténticas.
Padre, así como yo me he sentido solo, también muchos de mis hermanos se sienten así, te pido que nos ayudes a conectarnos entre nosotros para darnos mutua compañía, apoyo y motivación, de donde puedan surgir amistades invaluables.
Dios mío, no quiero hacer sentir solas a otras personas, te pido que me des sabiduría para ayudar a mis hermanos que también pasan por situaciones de soledad y rechazo, para así no hundirlas más en su depresión.
Padre, quiero hacer de ti mi mejor amigo, mi mejor compañía, enséñame el hábito de hablar contigo en todo tiempo y circunstancia, sea en buenos o malos momentos, sea en crisis o en paz, sea en enfermedad o en salud, pues en todo tiempo tú eres mi Padre, que me ve y me cuida con tanto esmero, por ende yo quiero responder de la misma manera hacia ti.
Gracias te doy, mi Señor, porque sé que me has escuchado. A partir de ahora dejaré de sentirme solo, pues tu compañía nunca está lejos de mí. Bendito seas Señor, por los siglos de los siglos, amén.