Amado Dios, te doy las gracias por tu compañía, la cual nunca se ha apartado de mi lado, siempre has estado para consolarme, aún cuando muchos me han rechazado.
Padre celestial, en esta hora vengo a ti, por medio de esta oración, para que sanes el dolor que el rechazo ha causado en mí. Tú has visto todas las veces que me han hecho a un lado, has visto cómo he sufrido en soledad por causa de aquellos que, de manera injustificada, evadían mi presencia, por ello Padre eterno acudo a ti, el único que no rechaza un corazón dolido, para pedir tu sanidad y liberación.
Padre, ayúdame a socializar con las personas adecuadas, aparta de mí las amistades interesadas, aquellas personas que sólo me buscan por conveniencia, quita de mí al falso amigo que habla a mis espaldas, a aquellos que, teniendo la oportunidad, me traicionan, y pon, por el contrario, amigos honestos, bondadosos, comprensivos, amistades que me acerquen más a tu presencia.
Dios mío, ayúdame para ser una mejor persona, quiero ser alguien que aporte buenos consejos, sabiduría, conocimiento, inteligencia, respeto, amor y toda clase de cosas buenas y agradables para una relación de amistad saludable. Quiero ser alguien que aporte valores a las relaciones amistosas, por ello te pido que me conviertas a una persona conforme a tus atributos, para reflejar el carácter de Cristo a mis hermanos que aún no te conocen.
Dios, así como yo he sido rechazado y he sufrido, también le ha ocurrido a mis hermanos, quizás de mi parte también rechacé injustificadamente a alguien y por ello te pido perdón. Dame discernimiento, Padre, para ver a quienes han sufrido el rechazo y consolarnos junto a ti, permíteme acercarme a los corazones dolidos para brindarnos compañía y para que surjan amistades y relaciones sinceras.
Dios mío, si la causa de que me rechacen es por alguna mala actitud mía, si el del problema soy yo, te pido que me ayudes a corregirlo. Cambia mis pensamientos, sentimientos y todo aquello de mí que necesite ser renovado, para ser una nueva persona que aporte a su entorno cosas positivas.
Padre, gracias por nunca rechazarme, siempre tendré tu compañía, siempre tu Espíritu Santo estará consolando nuestros corazones, ayúdame a ser consciente, en todo tiempo, de tu presencia, para que mi relación contigo sea el principal consuelo en medio de tanto rechazo. Gracias te doy mi Dios, en el nombre de Jesús, amén.
