Padre
celestial, te doy las gracias porque nunca me abandonas. Tu has hecho por mi
mucho más de lo que yo siquiera puedo llegar a imaginar, quiero agradecerte por
tu amor infinito.
Rey
de la gloria, quiero dedicar este día a ti, que mis obras sean encaminadas por
tus mandatos para vivir una vida agradable a tus ojos, dando así a conocer tu
inmenso amor a mi prójimo que tanto necesita de ti.
Señor,
eres el amor de mi vida, sin ti nada tendría sentido en mi existencia. Tu eres
el amor más puro que escapa al entendimiento, tu eres el dueño de mi vida y el
único que puede llenar los vacíos de mi corazón, te invito a que todos los días
me llenes con tu Espíritu Santo y que tus bondades me sean manifiestas.
Padre
querido, forma en mi el hábito de la oración y la búsqueda de tu presencia,
quiero que el cielo sea el primer lugar a donde pueda voltear a ver cada vez
que tengo un problema.
Rey
de Reyes, cúbreme con tu gloria, déjame conocerte cada día un poco más,
permíteme compartir tus virtudes y la grandeza de tu ser con mis hermanos,
quiero hablar de tus maravillas por el resto de mi vida.
Gracias Señor de la gloria, en el nombre de Jesús que este día comience según tu voluntad. Amén.