Padre
de la gloria, hazme escuchar tus sabios consejos en este día, quiero vivir bajo
tu sabiduría, que mi vida esté ligada a la prudencia y a tus verdades.
Líbrame,
Señor, del engaño del pecado. Que tus sabias palabras sean mis instrucciones de
vida, que no se aparten de mi mente todos y cada uno de tus consejos, pues
deseo vivir una vida que te exalte a ti en todo cuanto haga.
Padre
celestial, te pido que seas mi fortaleza en medio de la tentación, que mis pies
corran hacia ti y se apresuren para apartarse de los malos caminos. Libra mi
alma de los lazos del maligno, que tu sabiduría y tus consejos sean escudo a mi
alrededor, para perseverar así en los caminos de santidad.
Líbrame,
oh Dios, de hablar perversidades, de hacer gustosamente el mal, de los caminos
de muerte y de todo aquello que me pueda apartar de ti. Del mismo modo, Padre,
te pido que me limpies y purifiques, hasta que mis pecados sean blancos como la
lana.
Ayúdame a discernir el mal, para no caminar por sendas torcidas. Por el contrario, que tu palabra sea lámpara a mis pies y me muestre el camino a seguir, caminos llenos de tu presencia y de todas tus virtudes. En el nombre de Jesús confío en que hecho está. Amén.