Padre, a ti alzo mi voz desde lo más profundo de mi ser, y en tu misericordia me respondes con atención y amor.
Señor,
todos los caminos perversos conducen al mismo destino, una vida separada de ti;
no me permitas andar neciamente en la vida, pues sin ti estoy perdido y sin
rumbo.
Mi
Rey de gloria, no me dejes caer en los frutos de la carne; no quiero caminar
por las sendas del rencor y la envidia, pues la muerte está cercana a los que por ellas transitan. Convierte mis
emociones, oh Padre, de modo tal que todas ellas apunten a ti.
Señor,
que tu paz esté cercana en mis momentos de enojo, que tu amor esté cercano en
mis momentos de soledad, que tu abundancia esté cercana en mis necesidades, que
tus consejos estén cercanos en las tentaciones y que tu fuerza sea manifiesta
en mis debilidades.